domingo, 11 de septiembre de 2011

 
Vamos a examinar más a fondo los diferentes componentes de la comunicación al observar dos unidades de vida, una de ellas “A” y la otra “B”. “A” y “B” son terminales; terminal significa un punto que recibe, retransmite y envía comunicación.
Primero está la intención de “A”. Esto, en “B” se vuelve atención, y para que tenga lugar una verdadera comunicación, debe tener lugar unaduplicación en “B” de lo que emanó de “A”.
Por supuesto, para que “A” emane una comunicación, debió prestar atención originalmente a “B”, y “B” debió dar a esta comunicación cierta intención, al menos para escucharla o recibirla, de manera que tenemos tanto causa como efecto que tienen intención y atención.

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Ahora bien, existe otro factor que es muy importante: el factor de la duplicación. Podemos expresarlo como realidad, o podemos expresarlo como acuerdo. El grado de acuerdo que se alcanza entre “A” y “B” en este ciclo de comunicación, se convierte en la realidad de ambos, y esto se logra mecánicamente por duplicación. En otras palabras, el grado de realidad que se alcance en este ciclo de comunicación depende de cuanta duplicación haya. “B” como efecto, debe duplicar en cierto grado, lo que emanó de “A” como causa, para que tenga lugar la primera parte del ciclo.

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Entonces “A”, ahora como efecto, debe duplicar lo que emanó de “B” para que concluya la comunicación. Si esto sucede, no existen consecuencias perjudiciales.

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Si no ocurre esta duplicación en “B” y luego en “A”, obtenemos el equivalente a un ciclo de acción incompleto. Si “B”, por ejemplo, no duplicó ni siquiera vagamente lo que emanó de “A”, no se llevó a cabo la primera parte del ciclo de comunicación y podría producirse una buena cantidad de movimiento que no se puede predecir, discusión y explicaciones. Si “A”, a su vez, no duplicase lo que emanó de “B” cuando “B” era causa en el segundo ciclo, ocurriría de nuevo un ciclo incompleto de comunicación con la consecuente falta de realidad. Naturalmente, si reducimos la realidad, reduciremos la afinidad (el sentimiento de amor o agrado por algo o alguien). Así pues, donde falta la duplicación, se ve que se reduce la afinidad.
Un ciclo completo de comunicación tendrá una alta afinidad como resultado. Si alteramos el orden de cualquiera de estos factores, obtendremos un ciclo de comunicación incompleto, y tendremos a “A”, a “B” o a ambos, esperando el final del ciclo. Es así como la comunicación se vuelve dañina.
Un ciclo incompleto de comunicación genera lo que podría llamarsehambre de respuestas. Un individuo que está esperando una señal de que se ha recibido su comunicación, está propenso a aceptar cualquier flujo de entrada. Cuando un individuo, durante mucho tiempo y constantemente ha esperado respuestas que no llegan, atraerá hacia sí cualquier tipo de respuesta de cualquier parte, en un esfuerzo por remediar su escasez de respuestas.

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Los ciclos incompletos de comunicación dan por resultado una escasez de respuestas. No importa demasiado cuáles fueron o cuáles podrían ser las respuestas, siempre que se aproximen vagamente al asunto en cuestión. Sí importa que se dé una respuesta que no se buscó en absoluto, como en el caso de una comunicación obsesiva o compulsiva o que no se dé ninguna respuesta en absoluto.
La comunicación en sí es perjudicial sólo cuando la comunicación que emanó del punto causa fue repentina e incongruente (ilógica) con el entorno. Aquí tenemos violaciones de la atención y de la intención.
En esto entra también el factor de interés, pero es mucho menos importante. No obstante, este factor explica bastantes aspectos del comportamiento humano. “A” tiene la intención de interesar a “B”. “B” para que se le hable, se vuelve interesante.

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De manera similar, “B” está interesada al emanar una comunicación y “A” es interesante.

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Tenemos aquí, como parte de la fórmula de la comunicación, (pero una parte menos importante) un constante cambio de estar interesado a ser interesante por parte de ambas terminales, “A” y “B”. La causa está interesada, el efecto es interesante.
Más importante es el hecho de que la intención de “A”, para ser recibida, impone a “A” la necesidad de que pueda ser duplicado.

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Si “A” no puede ser duplicable en absoluto, su comunicación, por supuesto, no se recibirá en “B”, ya que “B”, al no poder duplicar a “A”, no puede recibir la comunicación.
Como ejemplo de esto, digamos que “A” habla chino, y “B” sólo comprende el francés. Es necesario que “A” hable francés para hacerse duplicable para “B”, que sólo comprende francés. En el caso de que “A” hablara un idioma y “B” otro y no tuvieran un idioma en común, tenemos el posible factor de la mímica, con lo que aún así podría tener lugar una comunicación. Suponiendo que “A” tuviera una mano, podría levantarla, “B” levantaría la mano, suponiendo también que la tuviera. Luego, “B” podría levantar la otra mano y “A” podría levantar también la suya, y habríamos completado un ciclo de comunicación gracias a la mímica.
Todas las cosas son, básicamente, consideraciones. Existen porque consideramos que existen. La idea siempre es superior a la mecánica de energía, espacio, tiempo, masa. Sería posible tener ideas sobre la comunicación totalmente diferentes a las aquí descritas; sin embargo, estas son las ideas de comunicación que se tienen en común en este universo, y las que utilizan las unidades de vida del mismo.
En la fórmula de la comunicación que se da aquí, tenemos el acuerdo básico sobre el tema de la comunicación. Dado que las ideas son superiores a esto, un ser puede tener además de la fórmula de la comunicación, sus extrañas ideas sobre cómo debe llevarse esta a cabo; pero si esta idea no tiene el acuerdo general, la persona se puede quedar en definitiva sin comunicación.
Tomemos el ejemplo de un escritor modernista que insiste en que se deben eliminar las tres primeras letras de cada palabra o que no debe terminarse ninguna oración. No va a lograr el acuerdo de sus lectores.
Existe una acción continua de selección natural, podría decirse, que extirpa las ideas extrañas o peculiares sobre la comunicación. La gente, para estar en comunicación, se adhiere a las reglas básicas que se dan aquí; y cuando alguien trata de alejarse demasiado de ellas, sencillamente no le duplican y así, en efecto, se queda sin comunicación.
Llegamos ahora al problema de lo que debe estar dispuesta a experimentar una unidad de vida para poder comunicar. En primer lugar, el punto fuente primario debe estar dispuesto a ser duplicable. Debe ser capaz de prestar como mínimo algo de atención al punto receptor. El punto receptor primario debe estar dispuesto a duplicar, debe estar dispuesto a recibir y debe estar dispuesto a convertirse en punto fuente para enviar de regreso una comunicación o una respuesta. Y el punto fuente primario, a su vez, debe estar dispuesto a ser punto receptor.

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Como estamos tratando básicamente con ideas y no con mecánicas, vemos que entre un punto fuente y otro de efecto debe existir la actitud mental de estar dispuesto, cada uno, a ser causa o efecto a voluntad; dispuesto a duplicar a voluntad; dispuesto a que se le duplique a voluntad; dispuesto a cambiar a voluntad; dispuesto a experimentar la distancia entre los dos a voluntad. En pocas palabras: dispuesto a comunicarse.

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Cuando encontramos estas condiciones en un individuo o en un grupo, encontramos gente cuerda.
Cuando ocurre una falta de voluntad para enviar o para recibir comunicaciones; cuando las personas envían comunicaciones en forma compulsiva u obsesiva, sin dirección alguna y sin tratar de ser duplicables; cuando quienes reciben las comunicaciones se quedan callados y no dan acuse de recibo ni contestan, tenemos factores de irracionalidad.
Algunas de las condiciones que pueden ocurrir en una línea irracional son: fallo en ser duplicables antes de emanar una comunicación, una intención contraria a que se nos reciba, falta de disposición para recibir comunicación o duplicarla, falta de disposición para experimentar distancia, falta de disposición para cambiar, falta de disposición para poner atención, falta de disposición para expresar intención, falta de disposición para dar acuse de recibo y, en general, falta de disposición para duplicar.
Alguien podría ver que la solución a la comunicación es no comunicar. Podría decirse que si desde el principio la persona no se hubiera comunicado, no estaría ahora en problemas. Puede ser que haya algo de verdad en esto, pero un hombre está muerto en la medida en que no se pueda comunicar. Está vivo en la medida en que pueda comunicar.

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