domingo, 11 de septiembre de 2011

 
Un ciclo de comunicación y una comunicación en dos direcciones son, de hecho, dos cosas diferentes. Si examinamos de cerca la anatomía de la comunicación (la estructura real y sus partes), descubriremos que un ciclo de comunicación no es enteramente una comunicación en dos direcciones.
Si observa la Gráfica A que se da a continuación, verá un ciclo de comunicación:

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Tenemos aquí a José como el originador de una comunicación. Este es su impulso primario. Este impulso va dirigido a Guillermo. Encontramos que Guillermo lo recibe y luego Guillermo origina una respuesta o un acuse de recibo como Guillermo’ y este acuse de recibo regresa a José’. Por ejemplo, José dice: “¿Cómo estás?” Guillermo recibe esto y luego (convirtiéndose en causa secundaria) lo contesta como Guillermo’ diciendo: “Estoy bien”, lo cual regresa a José’, cerrando así el ciclo.
Ahora, lo que llamamos un ciclo de comunicación en dos direcciones, puede seguir como se ve en la Gráfica B:

¿Cómo Scientology me ayuda con...? 
Aquí tenemos a Guillermo como origen de una comunicación. Guillermo dice: “¿Cómo va todo?”, José recibe esta comunicación y luego, como José’ o causa secundaria, contesta: “Más o menos”, al obtener esta respuesta, Guillermo’ le da entonces acuse de recibo.
Vemos que en la Gráfica A, José’ dio un acuse de recibo a la causa secundaria mediante una inclinación de cabeza o con una mirada de satisfacción. Y en la Gráfica B, el “más o menos”, de José’ obtiene un acuse de recibo por parte de Guillermo’, a manera de una inclinación de cabeza o alguna expresión que indique que recibió la comunicación.
Si tanto José como Guillermo son “hombres fuertes y silenciosos”, omitirán alguna parte de estos ciclos. La omisión más notoria y la que con más frecuencia se considera un “retardo de comunicación”, sería que en la Gráfica A, José dijera: “¿Cómo estás?” y Guillermo se quedara sin hablar (“Retardo de comunicación” significa el período de tiempo que transcurre entre el hecho de hacer una pregunta y la respuesta a esa misma pregunta, que da la persona a quien se le hace).
Tenemos aquí que José causa una comunicación y Guillermo’ no continúa el ciclo. No sabemos ni preguntamos ni tampoco nos interesa, si Guillermo, como punto receptor, la escuchó siquiera. Podemos suponer que al menos él estaba presente, que José habló con suficiente volumen para que se le escuchara y que la atención de Guillermo estaba en algún punto cercano a José. Entonces, en lugar de llevar adelante el ciclo de comunicación, José se queda con un ciclo incompleto y nunca tiene la oportunidad de convertirse en José’.
Hay diversas maneras en las que podría quedar incompleto un ciclo de comunicación y podríamos clasificarlas como sigue:
1. José no emana una comunicación,
2. Guillermo no escucha la comunicación,
3. Guillermo’ no contesta la comunicación que recibió, y
4. José’ no da acuse de recibo con alguna señal o palabra que indique que escuchó a Guillermo’.
Podríamos señalar varias razones para todo esto, pero nuestro propósito aquí no es dar razones de porqué no se completa un ciclo de comunicación. Nuestro único propósito tiene que ver con el hecho de que no se completa.
Digamos ahora que en la Gráfica A, José es una persona que origina comunicación de forma compulsiva y constante, tenga o no la atención de alguien y tengan estas comunicaciones algo que ver con cualquier situación existente o no. Vemos que José corre el riesgo de encontrarse, al comunicar, con un Guillermo que no le presta atención y que no le escucha, y por ello, con un Guillermo’ ausente que no contesta y un José’ ausente que nunca da acuse de recibo.
Vamos a examinar la misma situación en la Gráfica B. Aquí tenemos en Guillermo, la originación de una comunicación y tenemos al mismo José con un flujo de salida compulsivo. Guillermo dice: “¿Cómo estás?” y no se completa el ciclo porque José está tan ocupado en su propia conducta compulsiva que no se convierte en José’ y nunca da a Guillermo la oportunidad de convertirse en Guillermo’ y dar acuse de recibo.
Consideremos ahora otra situación. Encontramos a José originando comunicaciones y a Guillermo, una persona que nunca origina comunicaciones. José no es necesariamente compulsivo u obsesivo al originar comunicaciones, pero Guillermo se inhibe al originarlas. Encontramos que José y Guillermo, al trabajar juntos, empiezan a llevar a cabo esta especie de actividad: José origina una comunicación, Guillermo la escucha, se convierte en Guillermo’, la contesta y le da a José la oportunidad de convertirse en José’. Esto sigue bastante bien, pero tarde o temprano se atorará al violarse el ciclo en dos direcciones, ya que Guillermo nunca origina una comunicación.
Un ciclo de comunicación en dos direcciones funcionaría como sigue: José, al originar y completar una comunicación, puede entonces esperar que Guillermo le origine una comunicación, completando así lo que falta del ciclo de comunicación en dos direcciones. Guillermo origina una comunicación, José la escucha, José’ la contesta y Guillermo’ le da acuse de recibo.
Tenemos así el ciclo normal de una comunicación entre dos terminales, pues en este caso, José es una terminal y Guillermo es una terminal y puede verse que la comunicación fluye entre dos terminales. Los ciclos dependen de que José origine una comunicación, Guillermo la escuche, Guillermo se convierta en Guillermo’ y conteste esa comunicación y José le dé acuse de recibo a esa comunicación. Después Guillermo originaría una comunicación, José escucharía la comunicación, José’ contestaría la comunicación y Guillermo’ le daría acuse de recibo a esa comunicación.
Si ellos hicieran esto, independientemente del asunto que estuvieran tratando, nunca se meterían en una disputa y tarde o temprano llegarían a un acuerdo, aunque fueran hostiles entre sí. Sus problemas y sus diferencias se aclararían y estarían en buenas condiciones en su relación mutua.
Un ciclo de comunicación en dos direcciones se destruye cuando una de las terminales deja, en el momento en que le corresponde su turno, de originar comunicación. Descubrimos que en este asunto toda la sociedad tiene enormes dificultades. Está tan acostumbrada a la diversión enlatada, y tan inhibida para originar comunicaciones por padres que tampoco podían comunicarse y debido a la educación y a otras causas, que las personas están en un punto muy bajo en lo que se refiere a originar comunicación. Para empezar una comunicación es necesario, por principio de cuentas, originarla.
Encontramos así que las personas hablan, ante todo, de temas impuestos por causas externas. Ven un accidente y lo discuten, ven una película y la discuten. Esperan que una fuente externa les dé un motivo para conversar. Pero, dado que las dos terminales están en un nivel bajo en cuanto a originar comunicación, lo que también podría considerarse un nivel bajo en imaginación, descubrimos que estas personas, al depender de impulsos primarios externos, tienen una comunicación compulsiva o inhibidora en mayor o menor grado; y así, la conversación se desvía de forma rápida y marcada y puede acabar en extraordinarias hostilidades o conclusiones erróneas.
Supongamos que la falta de un impulso original o primario como causa, por parte de José, lo ha llevado a comunicarse de manera obsesiva o compulsiva; y vemos que está tan ocupado con su flujo de salida, que nunca tiene la oportunidad de escuchar a alguien que le hable, y de oírlo, no le contestaría. Guillermo, por otra parte, puede estar tan, tan abajo como causa primaria (o sea, en un nivel tan bajo en cuanto a originar comunicación), que ni siquiera llega a convertirse en Guillermo’, o si lo hace, nunca expone su propia opinión, desequilibrando con ello a José cada vez más y más hacia una comunicación aún más y más compulsiva.
Como puede ver en estas gráficas, podrían originarse situaciones novedosas, como el problema de contestar obsesivamente o de manera inhibidora. Un individuo podría estar todo el tiempo contestando, justificando o explicando (que es lo mismo) sin que se le hubiera originado una comunicación primaria. Otra persona, como José’ de la Gráfica A o Guillermo’ de la Gráfica B, podría pasarse todo el tiempo dando acuses de recibo, aunque no le llegara nada a lo que dar acuse de recibo. Las manifestaciones más comunes y que más se observan, sin embargo, son: originación obsesiva y compulsiva, aceptación de la comunicación sin responderla y no dar acuse de recibo a lo que se contesta. Estos son los puntos en donde podemos encontrará flujos atorados.
Ya que comunicarse parece ser el único crimen en este universo, y dado que la única gracia salvadora de la persona es comunicarse, claramente se ve que siempre surgirán confusiones en la comunicación. Pero debemos comprender que ahora, felizmente, esto puede resolverse.
En este doble ciclo de comunicación los flujos se atoran cuando ocurre una escasez en:
1. Originación de la comunicación,
2. Recepción de la comunicación,
3. Contestación a una determinada comunicación,
4. Acuse de recibo a la contestación.
Puede verse, así, que tanto en la Gráfica A como en la Gráfica B, sólo hay cuatro partes que pueden volverse problemáticas, independientemente de la cantidad de manifestaciones peculiares que ocurran como resultado de ello.

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